miércoles, 25 de agosto de 2010

La semana pasada pude disfrutar de tan famoso (y no es para menos) acontecimiento que constituye la Feria de Málaga. Pasé allí una semana viviendo el ambiente que respiraba la capital malacitana llena de curiosos visitantes y turistas atraídos por dicha festividad.
Seguramente muchos ya habréis pasado algún día por allí pero yo, que era la primera vez, quedé fascinada por cómo se transforma durante 8 días una ciudad. 8 días en los que la alegría, los bailes, las tapas, la cerveza y el vino son protagonistas.
De algún modo se podría decir que la feria está dividida en “La feria de día” y “La feria de noche”, teniendo lugar la primera en el centro de la ciudad (a destacar Calle Larios, Plaza de la Constitución, Plaza de la Merced y alrededores) y la segunda en el Recinto Ferial, a las afueras de la urbe.
Una de las cosas que más me sorprendió fue la cantidad de personas, tanto jóvenes como adultos, que durante esos días se visten con el atuendo típico flamenco (un ejemplo es el traje que Carolina lleva en la foto.A la izquierda de la imagen se encuentra María y a la derecha Ángel).


Y dejando a un lado ese tema, pasamos al que seguramente os estéis preguntando, ¿y el vino? Pues en cuanto al vino, como ya sabéis, Málaga cuenta con muchos caldos de excelente calidad entre sus registros, pero el Cartojal era, sin duda alguna, el rey de la feria. Se trata de un vino dulce, de uva 100% moscatel, de color dorado y aromas florales. Tiene más graduación que un vino tinto (alrededor de 14’5°) y sabor a uvas pasas con toques de ahumado.
Pues sin más demora, os invito a acercaros el año que viene a la ciudad de las biznagas y disfrutar de su gastronomía.

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